En los links adjuntos tenemos el Cloisters Apoc­a­lypse y el ‘Val-Dieu’ Apoc­a­lypse, el primero con­servado en el Cloisters Museum de Nueva York, y el otro en la British Library de Londres. Estos dos man­u­scritos, jun­ta­mente con otros que no es nece­sario men­cionar aquí, forman parte de una familia.

Las primeras páginas no con­tienen ninguna ref­er­encia al Apoc­alipsis. Dos folios, con cuatro imá­genes a plena página en ellos, hacen visu­alizar las sigu­ientes escenas: la Anun­ciación, y la visita de María a su prima Isabel; el nacimiento de Jesús en el pesebre y el ángel anun­ciando el nacimiento a los pas­tores; la visita de los tres Reyes Magos y la cir­cun­cisión de Cristo; la última imagen narra la matanza de los inocentes y la huída a Egipto. Sólo en el folio 3 empieza el texto del Apoc­alipsis, coronado por una imagen de la visión de Juan en Patmos, y el ángel que le pide que escriba lo que va a ver rev­elado ante sus ojos. Después de las imá­genes que coronan cada uno de los capí­tulos del Apoc­alipsis de san Juan, una última imagen rep­re­senta a un monje beat­i­ficado o san­tificado con el libro en la mano, la virgen con el niño y, de rodillas, los patronos o clientes que encar­garon el libro.

Como podéis ver, faltan muchas imá­genes, que han sido cor­tadas por alguien que sim­ple­mente deseaba ten­erlas para sí, venderlas, colec­cionarlas, etc. Eso sucede fre­cuente­mente –más de lo que uno pudiera imaginar– en los man­u­scritos medievales con imá­genes: imá­genes cor­tadas, páginas enteras des­en­cuader­nadas, etc., para ser ven­didas indi­vid­ual­mente a colec­cionistas, museos, etc. Hay un mercado al respecto.

Este man­u­scrito tiene muchos ele­mentos de gran interés. Por ejemplo, hay muestras de que ha sido leído y usado, y alguna de las per­sonas que lo ha leído ha “reac­cionado” en las partes infe­riores de las páginas y ha dibujado en tinta roja y azul imá­genes que a veces tienen que ver con lo que está leyendo y otras veces parecen tener que ver con sus sen­timientos ante la lectura. Es muy difícil evaluar esas imá­genes casuales. Pero indican una reacción posible y a veces muy pro­ductiva: ¿cómo leer un texto que es tan difícil de digerir, tan lleno de nar­ra­ciones que se entre­cruzan, de sím­bolos que exploran las mitologías cris­tianas y las de otros espacios cre­ativos de la cultura que les es con­tem­poránea? A veces el silencio es una reacción, así como lo es también un dibujo, un sub­rayado, una expresión de sor­presa o de imitación.

Juan ve el Apoc­alipsis, la rev­elación que Jesu­cristo hace, y tiene como misión escribirlo en un libro –eso lo veremos más de cerca al final de este curso. Pero ¿cómo ve Juan lo que ve? Este man­u­scrito ofrece varias respuestas a esta pre­gunta, y explora el arte de la pintura sobre la página para poder explicar el modo en que Juan ve lo que ve. ¿Cómo podemos hablar esto, de esta forma de visión? ¿Cuáles son las formas de la visión de Juan?