El Fin del Mundo En la Época de COVID-19

Esta semana vamos a examinar con cuidado el pequeño marfil que con­tiene las escenas de la coro­nación de la Virgen, a un lado, y una imagen del Fin del Mundo al otro lado así como el tímpano del portal sur de la iglesia de Santa María la Real de Sangüesa.

Durante esta semana estu­di­aremos la figura central del anti­cristo, es decir del breve gob­ierno tiránico que precede al fin de los tiempos. La figura del anti­cristo es una con­strucción política fun­da­mental, cuya per­son­alidad está rodeada por ele­mentos racistas, tiránicos, exceso de lujuria, cultura de la vio­lación (rape culture), sed de poder absoluto, y búsqueda de la servidumbre vol­un­taria. Todos ellos son ele­mentos cen­trales más allá de un momento histórico deter­minado. Leeremos, como teníamos pre­visto, diversas pro­fecías del Anti­cristo, incluido un incunable español (1486) de un texto orig­i­nal­mente escrito en latín o en catalán por Vicente Ferrer (dominico valen­ciano del siglo 14) y tra­ducido por el soldado y escritor aragonés de fines del siglo 15, Martín Martínez de Ampiés, conocido sim­ple­mente como Libro del Anticristo.

En esta sesión vamos a sumer­girnos en dos libros acerca de cómo vivir antes durante y después del fin del mundo. Ambos enseñan a leer los signos, a con­vertir el mundo, el libro de la nat­u­raleza, en un uni­verso semi­ótico: atentos a nuestro alrededor, podemos, si prestamos sufi­ciente atención, ir iden­ti­f­i­cando cuáles son los indicios del final.

Gonzalo de Berceo y Julián de Toledo escriben desde dis­tintos momentos de la his­toria, en muy difer­entes cir­cun­stancias políticas. Gonzalo de Berceo (hacia 1197-muerto antes de 1264) fue un monje, poeta y notario del siglo 13 en el monas­terio de San Millán de la Cogolla que escribió sus obras en “román pal­adino”, es decir en la misma lengua de sus propios vecinos, y lo hace uti­lizando una forma poética rel­a­ti­va­mente fácil de recitar y de man­tener en la memoria. Posi­ble­mente el recitado de este poema era una forma de can­tilado o recitativo, es decir una lectura melódica, rítmica, con ele­mentos musi­cales, pero no propi­a­mente una canción.

Julián de Toledo (642–690) fue, como su propio nombre indica, natural de Toledo. Fue arzo­bispo de la ciudad de Toledo y Primado para toda la Península Ibérica, durante el reinado de Ervigio (680–687). Es difícil separar su obra de sus propias políticas, su pro­fundo anti­semitismo, y otras de sus activi­dades políticas –incluida la muerte del rey Wamba y la coro­nación de Ervigio.

Durante estos dos días vamos a mirar las imá­genes de libros que con­tienen o bien el texto o bien el texto y el comen­tario del Apoc­alipsis de san Juan. El primero es el llamado Cloisters Apoc­a­lypsis, que se llama así por con­ser­varse en el Cloisters Museum, una de las ramas del Met­ro­politan Museum de Nueva York. Este libro man­u­scrito y pintado con­tiene el texto del Apoc­alipsis de san Juan.

Los otros libros son los lla­mados Beatos, que toman su nombre del comen­tarista del Apoc­alipsis, Beato de Liébana, un monje cántabro (norte de la Península Ibérica) que trabajó en la abadía de Santo Toribio de Liébana. Muchos de los man­u­scritos que trans­miten este comen­tario vienen también miniados, es decir acom­pañados de miniaturas o pin­turas que per­miten visu­alizar el con­tenido tanto del texto del Apoc­alipsis como de su comentario.

Este es nuestro último texto. La rev­elación, el Apoc­alipsis, el fin del mundo tal y como queda narrado por San Juan en el libro cor­re­spon­diente de la Biblia, el último de la biblia cris­tiana. Ya no hay nada más después. Pero en el durante, sí existen los pro­cesos de rev­elación: ¿qué es lo que se revela?