Plan para un poema
By Jesús R. Velasco | Published on April 8, 2020
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Iván es incapaz de escribir dos versos. Cualquier persona que haya intentado escribir un verso se habrá dado cuenta de la inmensa dificultad de la tarea. Escribir un verso es establecer un ritmo. Escribir dos versos es continuar ese ritmo, entender cómo funciona la música poética que se desea poner en marcha. Pero Iván tiene al menos una idea. Tiene todo un plan para un poema.
Pero ¿por qué un poema? ¿por qué esta narración sobre el Gran Inquisidor sería insuficiente? ¿Qué es lo que tiene el poema que una novelita en prosa no pudiera ofrecer? ¿No basta este capítulo?
Dos anécdotas a este capítulo.
- Primera anécdota, más importante que la segunda: Los Hermanos Karamazov es una novela por entregas. Se publicó en la revista literaria semanal Ру́сский ве́стник (El Mensajero Ruso), donde también se publicaron otras novelas, también por entregas, de algunos de los más conocidos autores rusos, incluyendo por supuesto a Dostoyevski, Leskov, Tolstoi o Turgueniev. Este capítulo, así pues, constituyó una de las entregas semanales. Las lectoras y los lectores estuvieron esperando una semana hasta que llegara este capítulo, y luego tuvieron que esperar otra semana más hasta que llegara el siguiente. Leyeron la novela, al tempo de un capítulo por semana, entre enero de 1879 y noviembre de 1880, casi dos años. Dostoyevski murió poco después de terminar la publicación serial. Las primeras ediciones de la obra completa vinieron mucho después.
- Segunda anécdota, perfectamente prescindible: La primera vez que leí Los Hermanos Karamazov, la empecé en un viaje en tren. Fue en el mes de mayo del año 1991, y el tren iba de Valladolid a París-Austerlitz. Era el Talgo Miguel de Unamuno. El viaje duraba doce horas, así que, más o menos sin retrasos, abordé a las 7 de la tarde, y a las 7 de la mañana estaba en la estación de Austerlitz, en París. Como sabía que no iba a dormir, me pareció que era una buena ocasión para leer esta novela. Pero cuando llegué a la lectura de este capítulo, apenas podía creerme lo que estaba leyendo, y lo leí hasta cinco veces seguidas, y me dio la luz del alba todavía pensando en este texto. Luego tardé como otro mes en leer la novela entera.
Lo anterior, pues, es en parte anecdótico, y en parte no lo es. Por supuesto que el hecho de que alguien haya leído la novela en un tren es una anécdota sin importancia. Pero el hecho de que la novela haya sido publicada en fascículos, a lo largo de muchas semanas, en una revista que contiene otros capítulos de otras novelas, eso dice mucho acerca de los modos de lectura, de las éticas de lectura, y de los procesos, o al menos los tiempos, de pensamiento entre una entrega y la siguiente. Recordemos que en los años en que Dostoyevski publica su novela por entregas no existe la radio, ni la televisión, ni cosa semejante, sino que los medios de comunicación de masas son, o bien los sermones (en el interior de las iglesias, por ejemplo), o bien los medios escritos. La novela una de las formas en que se mantiene la atención de una parte importante de la esfera pública a lo largo de un extenso período de tiempo. Como otras novelas de Dostoyevski que también se publicaron por entregas, como Crimen y Castigo, Los Hermanos Karamazov es una novela que va directamente a analizar una sociedad, sus debates políticos y el papel que la religión juega en el interior de esta sociedad y sus debates.
El plan para un poema sobre el Gran Inquisidor ¿tiene que ver específicamente con Sevilla o con la Inquisición española? Posiblemente no. Tiene que ver con un diálogo entre la historia (lo que la gente más o menos culta que lee esta novela sabe o imagina sobre la Inquisición española) y el presente de la Rusia de fines del siglo 19.
Cuando Dostoyevski empieza a publicar su novela, es uno de los intelectuales más famosos del mundo, y hace más de veinte años que ha sido liberado de la cárcel de Siberia en la que ha pasado cuatro años recluido, con grilletes y condenado a trabajos forzados. Pero al mismo tiempo, no ha dejado de escribir al respecto de la cuestión de la criminalidad, la delación, lo que está permitido y lo que no lo está.
El gran enigma de “El Gran Inquisidor” es, sin duda, “¿qué es lo que está permitido, si consideramos que dios no existe?” Iván dice que si dios no existiera, todo estaría permitido, y eso explica la relación entre el estado y la iglesia, o, en otras palabras, la coalición de poder teológico-política. En una lectura de Dostoyevski, el filósofo esloveno Slavoj Žižek, señala que la tesis está equivocada: si dios no existiera, nada estaría permitido, porque no existiría una codificación específica sobre lo que es permisible o no. La coalición teológico-política es la que permite esa codificación, que da poder a los estados –o a los poderes jurisdiccionales– de establecer lo que sí está permitido, excluyendo todo lo demás como no permisible.
Pero “El Gran Inquisidor” es sobre todo un nido de preguntas. La primera de todas ellas es ¿por qué hacer un poema con este tema? Una pregunta muy sencilla, pero para la que no encuentro respuesta satisfactoria. ¿Qué otras preguntas se os ocurren?