Prob­a­ble­mente se trate de Fer­nando Niño de Guevara, Gran Inquisidor. El Greco lo pintó a finales del siglo XVI, se dice que entre 1596 y 1601. Pero hay algo per­tur­bador en este cuadro: esa carta que está por el suelo, recién leída, y que sin duda se le ha debido caer de las manos. ¿Qué con­tenía la carta? Es imposible saberlo. Quer­ríamos poder leerla y saber si tiene algo que ver con el gesto rígido y anguloso del Car­denal, con esa mano izquierda tensa aferrada al brazo del sillón. Sabemos que él sí la ha leído, porque aún lleva las gafas puestas –en el siglo XVI poca gente llevaba gafas si no era para leer. Si pen­sáramos que el cuadro es de 1602, o que fue ter­minado en 1602, la carta tal vez sea la que le envió el papa Clemente VIII, en que le pedía que aban­donara el cargo de Gran Inquisidor. Si es así, en este momento no sólo están pasando por su cabeza los años ded­i­cados a la Inquisición, sino también las víc­timas, los autos de fe pre­si­didos por él (como uno cel­e­brado en la Plaza del Mercado de Toledo, apenas un año antes, en el que numerosos herejes fueron que­mados vivos, muertos y en efigie), y, sin duda, la sen­sación de vacío ante la inmediata dimisión. Esta impo­nente pres­encia de color púrpura, que parece flotar sobre el sillón, que parece de una ligereza increíble ‑tal vez sea la ligereza de quien, por fin, puede aban­donar un cargo que era demasiado pesado y ater­rador. No sé si es lo que pensaba Niño de Guevara o lo que estaba pen­sando El Greco mientras pintaba a su modelo.

El uni­verso de poder que rodea al Gran Inquisidor es una maquinaria con muchísimas piezas. El Gran Inquisidor es sola­mente una de las más vis­ibles. García Cárcel y Doris Moreno han explicado con detalle cuáles eran las cir­cun­stancias en las que se elegía al Gran Inquisidor, quiénes lo rodeaban, cuáles eran los poderes que con­trapesaban al suyo propio. También nos explican quiénes son los grandes inquisidores, de qué familias provienen, si han pasado o no las pruebas de limpieza de sangre, qué han estudiado.

Pero, ante todo, nos queda la duda de saber cómo se intro­du­jeron en el aparato de poder inquisi­torial. Qué es lo que bus­caban. Cómo se rela­ciona esta búsqueda con las estruc­turas de la creencia y con las estruc­turas de la política. Cuál es el poder sim­bólico de los grandes inquisidores. Cuando leamos los capí­tulos de Los Her­manos Kara­mazov de Dos­toyevsky durante nuestra última semana, veréis que él mismo intenta, con la per­spectiva de un nov­elista implicado en la inves­ti­gación de las estruc­turas de la realidad, desde el pen­samiento poético de uno de sus per­sonajes, inves­tigar todas esas pre­guntas, y otras, acerca del gran inquisidor y su relación con la iglesia y con las creencias pop­u­lares. ¿Cómo podemos entender la relación entre un sujeto como el gran inquisidor y las creencias y prác­ticas pop­u­lares? ¿Cuál es la relación entre este sujeto en la cúspide, la inquisición ver­tical, y los lla­mados famil­iares de la inquisición, la inquisición hor­i­zontal? ¿Cuál es el sentido de estas dos geometrías inquisitoriales?