Tiranías — Engvall
By Martha Engvall | Published on April 3, 2020
En el Libro del Anticristo, un incunable impreso en 1496, produce sin embargo una figura perfectamente reconocible hoy en día: el Anticristo como representante de la tiranía. El libro describe el comportamiento de un tirano, trazando un perfil que se aplica tanto a personajes históricos como a dirigentes políticos más recientes. El Anticristo, paradigma del tirano, usa la mentira sistemática y las “noticias falsas” para torcer la verdad, devolviendo a nuestra memoria los libros de propaganda o la censura a textos críticos del soberano. El Anticristo también quema los libros de la ley, simbolizando así la falta de respeto por la justicia, la religión y la ética. Esta destrucción sistemática del sistema jurídico caracteriza igualmente a los dictadores históricos y recientes. El Anticristo, figura tiránica por excelencia, crea divisiones sociales, basadas en el racismo, el antisemitismo y el miedo, para convencer a sus seguidores. Estos seguidores se marcan con un símbolo: en el libro original, su símbolo es un número en la frente, pero se podría reemplazar fácilmente con el color de un uniforme (las camisas pardas en Alemania, las Camisas Negras de Italia) con un brazalete o con una gorra. Este modelo del tirano no solo aparece en la política histórica y contemporánea, sino también en obras de ficción como Star Wars o Harry Potter. Cualquier tirano, verdadero o ficticio, encuadra perfectamente con el Anticristo de este libro, así que, en vez de ser un libro religioso como parece al principio, es posible argumentar que debemos leer este libro como una intervención política y sociológica que traza el perfil modelo del tirano.
Aunque en el libro, la llegada del Anticristo señala el fin del mundo, podemos pensar en muchos “anticristos” o tiranos históricos que no trajeron el apocalipsis; de centenares de tiranos y dictadores a lo largo de los años, ninguno ha logrado acabar con el mundo. Sin embargo, cada uno intenta apropiarse de los medios de comunicación y del calendario y, de esta manera, anuncia el final de la historia. Hacen un daño casi irrecuperable a las relaciones sociales y las normas políticas, cometen atrocidades y genocidios, o violan los derechos humanos. La existencia de tantos tiranos demuestra el peligro de caer en la tiranía, pero también redefine la idea del “fin del mundo” y nos hace cuestionar la naturaleza de este fin: bajo estos tiranos, ¿para quién termina el mundo? ¿Para la sociedad que sufre la dictadura? ¿Para las instituciones políticas? ¿Para una minoría oprimida? ¿Para los inmigrantes? La tiranía aumenta las desigualdades ya existentes y acelera la destrucción de comunidades marginadas. La cuestión más importante que nos presenta el Libro del Anticristo, entonces, no es cuándo vendrá el Anticristo, sino quiénes son los anticristos de nuestra época, de quién es el mundo que van a destruir, y qué podemos hacer para resistirlos.
Obviamente no hay una solución fácil al problema de la tiranía, pero por lo menos podemos reconocerla por sus señales, y no dejarnos engañar. Debemos empezar por combatir las noticias falsas con verdades y crear solidaridad donde hay racismo y opresión. En vez de seguir al Anticristo, debemos oponernos a él: esta oposición significaría una nueva valoración del mundo al punto de ser destruido y una reconstrucción de las relaciones sociales que ha dañado con su discurso extremista. Al reconocer que el “fin del mundo” no es literalmente el fin del mundo, sino el fin de la justicia y la solidaridad, podemos buscar maneras de deshacer el daño que han hecho los anticristos cotidianos.