El Final
By Jesús R. Velasco | Published on March 21, 2020
El texto que sugerimos para la lectura es el correspondiente a Casiodoro de Reina, posteriormente revisada por Cipriano de Valera. Se publicó por primera vez en la llamada Biblia del Oso. Se llama así porque en la portada de la primera edición de 1569, hecha en Basilea por Thomas Guarinus, se ve una imagen con un oso alcanzando un panal de miel de lo alto de un roble –véase la imagen aquí adjunta. El oso tomando la miel del panal es la marca de impresor, o firma de impresor de Samuel Apiarius –es decir, Samuel el de las abejas, Biener en alemán– que sin duda participó en la creación e impresión de esta biblia
Casiodoro de Reina fue un monje de la orden de los Jerónimos convertido al protestantismo. Cipriano de Valera, por su parte, algo más joven que Casiodoro de Reina, también ingresó en la orden de los Jerónimos, y también se convirtió en una de las voces más importantes del protestantismo español. La Biblia del Oso es, en su totalidad, una biblia claramente protestante, que incluye no solamente los libros de la biblia católica, sino también algunos de los llamados deuterocanónicos.
Un detalle filológico
Este texto llega al final de nuestro camino, y no es cronológicamente el más antiguo. Hemos leído algunos textos más antiguos, como el Gorgias de Platón, o el Libro de Daniel. Pero el Apocalipsis ocupa un lugar destacado en la historia de las narraciones del fin del mundo precisamente porque es una revelación. En un doble plano. Por un lado, es la revelación recibida por Juan de boca del ángel, que a su vez transmite la voz de Cristo:
“La revelación de Jesucristo, que Dios le dió, para manifestar á sus siervos las cosas que deben suceder presto; y la declaró, enviándo la por su ángel á Juan su siervo…”
Cipriano de Valera optó por traducir la palabra en griego Apocalipsis, que en cambio la biblia latina, la llamada Vulgata, atribuida a San Jerónimo, había mantenido:
“Apocalypsis Iesu Christi quam dedit illi Deus palam facere servis suis quae oportet fieri cito et significavit mittens per angelum suum servo suo Iohanni…”
Para comparación, la King James de 1611 también toma la determinación de quitarse de encima la palabra griega:
“The Reuelation of Iesus Christ, which God gaue vnto him, to shewe vnto his seruants things which must shortly come to passe; and he sent and signified it by his Angel vnto his seruant Iohn…”
Igualmente, la primera versión de la biblia en Alemán, la llamada Biblia de Lutero de 1545 no solamente elimina la palabra griega, sino que además también evita toda referencia a una palabra latina (revelación es de origen latino), y busca en su lugar una forma estrictamente germánica (Offenbarung):
“Dies ist die Offenbarung Jesu Christi, die ihm Gott gegeben hat, seinen Knechten zu zeigen, was in der Kürze geschehen soll; und er hat sie gedeutet und gesandt durch seinen Engel zu seinem Knecht Johannes…”
Todas estas decisiones de traducción son importantes. Mantener la palabra griega es tanto como crear un concepto, una especie de neologismo que simplemente mira hacia sí mismo, que no permite casi una interpretación basada en la traducción o en la exegesis semántica: Apocalipsis significa Apocalipsis, y su verdadero significado es lo que viene a continuación en todos aquellos capítulos que narran el fin del mundo a través de un sistema narrativo bien equilibrado sobre el cómputo septenario, y que da lugar al juicio final. Revelación, en cambio, como Reuelation indica no solo quitar la cobertura a algo, sino también que eso no procede del sujeto que habla, sino que le ha sido comunicado, le ha sido dicho de manera específica y única, a través de un sistema de comunicación al que sólo él y sólo en ese momento, ha tenido acceso. Offenbarung elimina de la ecuación la idea de la combinación entre la divinidad y un hombre, y pone de manifiesto la idea de apertura, de desnudar algo que los ojos corporales no pueden ver si no se retira su recubrimiento. Cada decisión de traducción, en cualquier lengua, constituye una tesis sobre el carácter de lo que se va a leer. Y hay que recordar que el cristianismo, al contrario que el resto de las religiones del libro, se fundamenta en la traducción.
El orden del final
El final está marcado por el orden. El equilibrio de siete iglesias, siete trompetas, siete sellos que se abren para revelar lo que contiene el libro de las cosas ocultas. Es un ritual. De cada uno de los primeros cuatro sellos surge uno de los jinetes del Apocalipsis; del quinto sello surge el clamor de los justos; la apertura del sexto sello provoca un terremoto, la oscuridad del sol y la luna convertida en sangre; también entonces caen las estrellas del cielo, y el cielo se abre como si fuera un libro encuadernado, y se anuncia el día de la ira; el sexto sello indica las marcas de los salvados, los numera, los pesa. Y finalmente se abre el séptimo sello: de este surge media hora de silencio en todo el cielo.
Es entonces cuando se les da a siete ángeles sendas trompetas.
Juan debe escribirlo todo, pero también hay un momento en que ha de dejar de escribir: las voces de los siete truenos, esas debe pasarlas en silencio. Antes de la última trompeta, el libro, ya liberado de sus sellos, debe ser ingerido por Juan, le será amargo en el vientre, pero dulce en la boca. A partir de ese momento, Juan, dotado del libro en su cuerpo y una caña en la mano, puede profetizar, puede ver y decir lo que ve.
Quizá el momento más importante es el capítulo 13, en el que comparece la mujer vestida de sol y con los dolores del parto. Ella ha de ser la que luche con la bestia.
a partir de aquí…
…abandono mi comentario. Pero os paso la batuta para que lo continuéis, en palabras, en grabaciones, en pinturas, en fotografía, en reflexiones acerca del momento que estamos viviendo.