Decretos de expulsión
By Jesús R. Velasco | Published on March 24, 2020
Documents
- Expulsión del Reino de Valencia, original
- Expulsión del Reino de Valencia, transcripción
- Cascales habla de la expulsión
Keywords
Share
Si miráis con atención el impreso original del bando de expulsión de los Moriscos del reino de Valencia, observaréis que al final el día de la fecha ha sido dejado en blanco por el impresor, para ser rellenado a mano en el momento indicado. El impreso lleva tiempo, no lo imprime una impresora láser sino una imprenta manual de tipos móviles. Además, se trata de un bando, es decir un anuncio público de un decreto y de las instrucciones para llevar a cabo las exigencias de tal decreto. Lo único que estaba claro es que el bando habría de publicarse en septiembre de 1609, pero el día estaba por determinar. Al escribir ese 22 en el espacio en blanco, se produce una de las manifestaciones de la magia jurídica: algo entra en vigor, y, a partir de ese día, sólo quedan tres. En tres días, dentro de los tres días posteriores a la escritura manuscrita de ese 22 a mano y con tinta, los moriscos del reino de Valencia han de volver a sus hogares, recoger sus cosas y, siguiendo las instrucciones detalladas, dirigirse a los puertos donde les esperan las embarcaciones para transportarlos a Berbería, un lugar en el que no han estado nunca, que posiblemente no conocen, y que, de hecho, no parece tampoco un lugar preciso, sino a una región bien amplia y diferenciada.
Eso es porque una mano escribe ese 22.
Digresión poética. Un recuerdo de un poema de Dylan Thomas que llevo en la memoria desde hace muchos años:
- The hand that signed the paper felled a city;
- Five sovereign fingers taxed the breath,
- Doubled the globe of dead and halved a country;
- These five kings did a king to death.
- The mighty hand leads to a sloping shoulder,
- The finger joints are cramped with chalk;
- A goose’s quill has put an end to murder
- That put an end to talk.
- The hand that signed the treaty bred a fever,
- And famine grew, and locusts came;
- Great is the hand the holds dominion over
- Man by a scribbled name.
- The five kings count the dead but do not soften
- The crusted wound nor pat the brow;
- A hand rules pity as a hand rules heaven;
- Hands have no tears to flow.
Fin de la digresión poética. Volvamos a esa mano que en un momento de extrema servidumbre a los derechos necropolíticos que se arroga el rey, escribe con su propia mano 22.
El bando dice tantas cosas que una sola persona no podría someterlas a comentario y teorización una por una. Pero hay algunas que quiero subrayar, no porque sean quizá las más importantes (la más importante es esos tres días de plazo, un plazo imposible, un plazo de una infinita crueldad), pero que nos hacen ver el minucioso detalle con que se planea una expulsión.
Seguramente vosotras, vosotros, vosotres, podáis encontrar otros puntos para la reflexión.
Herejes apóstatas
El rey Felipe tiene de su lado no solamente el poder monárquico absoluto, sino el poder de escuchar la voz de dios. Un dios que le dice que puede llevar a cabo el castigo que está planeando –la expulsión de los moriscos– sin temer por su propia vida de ultratumba, sino más bien con la seguridad de que lo que hace es lo correcto en términos tanto políticos como teológicos. Simplemente porque, a partir de este bando, el rey puede determinar y determina que los moriscos son ni más ni menos que herejes apóstatas.
Esos conceptos son centrales porque movilizan el saber-poder inquisitorial. La conversión de los moriscos ha sido una lucha baldía. Ahora por fin pueden ser considerados herejes, y en particular apóstatas. La palabra es un tecnicismo eclesiástico para designar a aquellas personas que abandonan voluntariamente una religión, una fe, que deciden que no creen en algo y lo expresan voluntariamente de alguna manera. En latín no eclesiástico tenía la marca negativa de referirse a una mala persona, a un sedicioso, a un desertor. La palabra, sin embargo, procede del griego, lengua en la que no solamente se refiere al desertor o sedicioso, sino también al esclavo que huye. Todas esas marcas se han ido acumulando a lo largo de la historia a los pies de la idea de apostasía.
Los moriscos quedan así marcados no solamente como refractarios a la conversión, sino, algo peor, como aquellos que, habiendo sigo convertidos, rechazan expresamente –por medios diversos, incluida la rebelión armada en algunos momentos como el del levantamiento de las Alpujarras– ser gobernados de esta manera. El soberano, un rey con poderes políticos y teológicos, no puede tolerar ni una sola forma de crítica, de deseo de no ser gobernado de esta manera, y simplemente procede a la depuración con los instrumentos del saber-poder inquisitorial y los poderes materiales del brazo secular.
Economía Política
¿Qué sucederá con las propiedades y las explotaciones rurales de los moriscos? Esa es una de las preocupaciones más marcadas de este bando de expulsión. Hasta tal punto, que hace excepciones notorias para asegurarse de que propiedades y explotaciones puedan no sólo mantenerse, sino que el saber que viene asociado a su explotación específica pueda transmitirse oralmente entre los que desocupan y los nuevos ocupantes.
Ir y venir
El conocimiento oral es central en este bando. La continuidad de este conocimiento, y en particular el conocimiento de una ficción: la ficción de que los moriscos no van a recibir daño alguno en el proceso de expulsión ni en su nuevo destino en Berbería. Como si el desplazamiento, la desposesión, la persecución no fueran un daño.
Para asegurarse de que este conocimiento oral es continuo, el bando establece cómo se han de hacer los viajes: de entre los que van, algunos tienen que volver para explicar a los siguientes pasajeros cómo es el trayecto y cómo es el destino. Tienen que servir de testigos de que la vida continúa, de que sus cuerpos no van a recibir daños, de que mirad, nosotros fuimos y estamos sanos y salvos y aquí volvemos para que lo veáis con vuestros propios ojos, ahora venir con nosotros, a Berbería.
Final, que es el principio
Como veis, el texto es una mina para comprender el detalle con que se construye la política y la teología, la biopolítica y la necropolítica, en el imperio ibérico. Leed con el mismo detalle con que ha sido escrito, porque en las minucias de las instrucciones de expulsión es donde está el abismo del poder soberano inquisitorial.